Kurt trabajaba junto a su esposa en I.G.Farben en Mannheim. Ambos eran cuáqueros, pacifistas y críticos del régimen nazi. En octubre de 1940 cuando los judíos de su ciudad fueron deportados a Francia, ayudaron a tantos como pudieron con alimentos, ropa y dinero. Durante un buen tiempo las autoridades no los reprimieron por ser su trabajo vital para la guerra, pero finalmente fueron arrestados y el 9 de julio de 1943 juzgados ante un tribunal especial, que declaró que “su gran devoción a la ciencia los había enceguecido y les había impedido captar que los judíos eran el enemigo y en consecuencia habían sido inducidos a actuar contra los intereses del Estado en una cuestión vital”. Kurt fue sentenciado a 8 años de cárcel y su esposa a 3. Por las noches permanecía en su celda y durante el día trabajaba en la IG Farben. Al terminar la guerra fueron liberados y en 1976, cuando su esposo fue honrado con la distinción de Justo, escribió Eva: “Soy plenamente consciente que mi fallecido marido y yo no hicimos nada especial. Simplemente tratamos de permanecer siendo seres humanos en medio de la inhumanidad”.
EL MENSAJE DE ELIE WIESEL
Hace 14 años
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